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Eclipse

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U na vez vi un eclipse de sol. Estaba en Madrid mirando al cielo provisto de unas gafas que me habían costado un dineral y lo vi. Duró muchísimo, en la capital el tiempo lleva otro ritmo. Recuerdo que en el momento culminante, cuando supuestamente el mundo se iba a quedar a oscuras, la luz ambiente se atenuó un poquito, más o menos como cuando está nublado. A mi alrededor oía comentarios explicando lo que pasaba porque todos habían disfrutado de alguna recomendación para actuar ante el acontecimiento y lo repetían unos a otros: «no mires directamente al sol, esto es un milagro, la fulana se ha liado con el perengano»... Sólo una persona, una mujer vestida de verde, me recomendó que mirase al suelo, y señalaba ahí, adonde la sombra del arbolito se deshace en lunas roídas; un rincón en donde se reflejaba el negativo del firmamento con miles de soles. Era muy hermoso. Amable lector, es posible que te preguntes a qué viene lo de los soles, o que dudes de si esta columna es metáfora de los...

Analfabetos

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En el pasado mes de diciembre conocimos una noticia de la que apenas si hubo eco: el INE (Instituto Nacional de Estadística) hizo públicos una serie de datos en un documento titulado «Indicadores sociales» . Entre las frías cifras destaca el índice de analfabetismo en dos de las provincias de Castilla-La Mancha, Cuenca y Ciudad Real, que, en este orden, están a la cabeza de todo el Estado: casi el veinticinco por ciento (24,59% y 23,53%); en el ámbito autonómico, las cosas están mejor, uno de cada cinco de nuestros vecinos no puede leer un libro, tampoco entiende lo que dicen los periódicos: somos los segundos. Desde que se hicieron públicas las cifras han pasado tres meses y a lo peor no les ha dado tiempo a estudiar soluciones contra la plaga; sin embargo sí a prometer a todos los docentes un ordenador portátil (cuidado, baratito, no vaya Vd. a pensar mal) para que echen carreras a ver quién enseña más deprisa. Es un buen principio que no les sirve a los analfabetos pues por definic...

Crisis

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Ha llegado el final del ciclo. No hablo de economía. Un último tramo que hemos de recorrer sin asideros ideológicos, sin apoyos que nos permitan saber qué hacer cuando llega la duda. Es como en el circo, ahora sin red, y sin trapecio. Hoy ya no es posible encontrar sustento ideológico para todos nuestros actos: conviven prácticas que nos aferran al pasado con otras cuyo objeto no alcanzamos a vislumbrar del todo. Junto al racismo más casposo, la solidaridad desmedida; aquí la lucha por la igualdad de sexos, al otro lado la tolerancia con el velo que esconde. Eso nos produce desasosiego, quizá el mismo vértigo que siente el toro cuando la cuadrilla lo marea a capotazos y la noble fiera no sabe a dónde acometer. Es la turbación en blanco y negro (sin matices). Es el tiempo del caos ideológico, irracional, que permite a las palabras andar a trompicones por todo el espectro sacrosanto de lo que está bien y de lo que está mal. Así es la crisis, el desbarajuste necesario antes del orden. Cu...

Púlpitos

Si hubiera que votar yo no votaría a un obispo, jamás. A un sacristán, a lo mejor, pero a un obispo, no. Votaría a Emilio Lledó, porque sabe como pocos de democracia; a Clara Campoamor, un ser excepcional que luchó por las mujeres o a mi prima la Mere, del comercio, ahora atacada con la crisis económica y las exiguas ventas. Mi conciencia miedosa me exige reflexión, dice «piénsatelo, no es para tanto». Que no, me reafirmo, ni harto a vino votaría a un obispo; quita, quita. No por su mirada estrecha, no por el foco ideológico torcido hacia la derechona, no por el discurso sobreactuado, no por la voluntad de sojuzgar a los que no se someten a su criterio. « ¡Venga, tampoco es para tanto! ». No. Ofenden. Predican el «voto moral», y se entiende que votes al PP porque el documento que acaban de hacer público está calcado del programa del PP y usan el púlpito mediático como altavoz del Partido Popular. Cuando los oigo, añoro a aquellos santos padres que abrían a la gente las puertas del temp...

La bolsa, la vida

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Es definitivo: el mundo se ha vuelto imbécil. Que por qué. Fácil. Camina zigzagueando como borracho por las intrincadas sendas de la economía; a cada bandazo, fluye por el orbe un río de adrenalina con tan mala sangre que un día de estos nos va a matar a todos de un disgusto. Hoy no se habla de otra cosa, en el trabajo, en el bar, en las casas de alivio los tipos, ellos, sacan la cartera para pagar el pelotazo y entonan la letanía: tenía tanto, ha llegado el «dow jones» y me ha birlado el equis por ciento, tío, un montón; al día siguiente, sonrisas, bromas, invitaciones a whisky de malta ; ¿te acuerdas ayer lo poco que tenía, pues ¡zas! se me ha incrementado el capital en un equis punto equis por ciento. Horrible. Todos padeciendo bursitis acongojante en el lado donde se cría el corazón, el izquierdo, creo. La gráfica del asunto representa más al ánima adolescente o ciclotímica del te quiero no te quiero; menos mal que entre que sube y baja el personal se entretiene, es un decir, y no ...

La balanza

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Lo siento, no me gusta. Ni la sonrisa dentona, ni el cuello sin fin. No me gusta nada. ¿Y cuando habla? Peor, parece que es de los que esconden la mano blanda detrás de la palabra amable. No le compraría un coche de segunda mano ni soportaría su presencia en mi casa durante más de dos minutos. Me subleva. He roto el papel de tanto apretar: «No y no a Gallardón». Él, el caballerete centrista; él, el niño bueno de familia bien que anduvo por los áridos terrenos ultramontanos. Y un cuerno. No me gusta ni cuando se ofrece para echar una mano, ni cuando se disfraza de perdedor, ni cuando hace pucheritos ante el anciano mentor, Fraga. Yo prefiero a la Espe de España. ¡Olé! Una mujer cabal que no se esconde detrás de nadie, que va al grano. Lástima que en lugar de Esperanza no se hubiera llamado Carmen, por la de Merimée; una Carmen para atacar con los brazos en jarras la habanera de la ópera de Bizet: «si tú no me quieres, yo a ti sí; pero, ¡ay como me encapriche de ti!, prepárate». En ella...

Una de monstruos

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Al tipo le ha atacado el fiero león de la gripe; está cansado y le importa un bledo lo que pasa más allá del catre donde purga tan ridícula enfermedad. Se siente un títere en manos de un monstruo que le hace delirar de fiebre o que le obliga a toser. Entre sueños, oye la radio como quien oye llover; no siente curiosidad por la nueva letra del himno patrio tan parecida a la de Pemán si no fuera por el uso de palabritas vacías y paisajes de cuento. No siente curiosidad por nada. Y bebe líquidos, el tipo bebe hasta hartar; la médica se lo ha recomendado advirtiéndole de que se abstenga de bebidas alcohólicas que solo sirven para sacarle el bicho malo que le anida dentro. La cama es ahora un campo de batalla donde pugnan las sábanas con la botella de agua, el pijama con las pastillas, o la almohada con el jamón de york. Le duelen los oídos. Se abriga hasta que empieza a sudar; al monstruo le gusta el calorcillo que le empaña las gafas. Aburrido, el tipo reflexiona sobre las dos caras de l...

Tarde de Reyes

Pareces amargado. No paras de despotricar contra lo divino y lo humano. Amargado y tonto porque ¿qué ganas tú con enfadarte por todo? Lo que tienes que hacer es salir de aquí, viajar a donde sea, ver mundo y, cuando estés en esas, comparar, comprobarás que no hay nada mejor que el pueblo de uno . No importa, arriésgate, ahora están las casitas baratas ; pues vas, te instalas en una casa de verdad, grande, y te compras un cucurucho de incompetencias fritas con azúcar; pero en otro pueblo, donde corran mejores aires, y te quedas allí tan tranquilamente viendo la tele y comiendo actitudes pasas que están muy ricas. Ten en cuenta, no lo olvides, que sólo hay un objetivo trascendente en la vida, ser feliz, tienes que ser feliz y al mundo que le den; pero no te enfades, te lo digo con el corazón en la mano: pareces un viejo chocho de los que lo ven todo artrósico; cachis, cuando no es por pitos es por flautas, y cuando no por eso por lo otro. Anímate. Vamos. Levanta del sillón que te vas a q...