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Mostrando entradas de junio, 2009

Mark Sanford

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Salvo que seas un enterado, es seguro que no tienes ni pajolera idea de quién es Mark Sanford. No es pariente del Michael Jackson, el hombre desteñido que a estas horas va camino del cielo de los genios; tampoco tiene que ver con un tal Bércenas, uno que según se colige de lo que se oye podría (el «podría» debe entenderse como variante estilística de «presunto») haber trincado una pizca para un pisito y otras naderías. Para no tenerte en tensión, y que te dé un jamacuco como consecuencia de la ansiedad que te produce tú proverbial desinformación, te diré que ejerce de gobernador de Carolina del Sur; una celebridad a la que no conoce ni la Chuchi, la que más sabe de tíos en mi pueblo. El hombre éste es famoso porque ha llorado. Como te lo cuento. Se ha ido unos días a Argentina a ver una gachí de aquella república y, afirma el panoli, ha pasado los días llorando. A este pavo (discúlpeseme la familiaridad) le ha debido de pasar lo que a uno que yo me sé, que el tonto el haba se nos ha i

El fin de la Historia

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Parece que el capitalismo no se sustentaba en pilares tan firmes como creían los neoliberales. Fukuyama, de hecho, había predicho el final de la Historia, esto es: el fin de las guerras y de las revoluciones sangrientas; el politólogo nacido en Chicago había profetizado el advenimiento del hombre feliz bajo el manto protector del libre mercado. Vale, pero sólo hizo falta que unos tipos trincaran más de la cuenta, Madoff o Stanford, y el tenderete se ha resentido gravemente: sigue habiendo guerras, la gente buena continúa luchando a vida o muerte contra la opresión, y aún perduran los dictadores de opereta haciendo daño: Ahmadineyad o Raúl Castro sin ir más lejos. El Estado, menos mal que no ha desaparecido, se ha aprestado a apuntalar el sistema inyectando un chorro de dinero tan inmenso que muchos no podemos ni imaginar y gracias al cual parece que asoman en el erial de la economía algunos brotes verdes. Pero el Estado, que somos todos, no puede ejercer toda la vida de empenta de un

Análisis electoral

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El tipo, pequeño y sonrosado, me adoctrinaba con palabras que en la noche sonaban como una nana enfadada; no te cuento cómo iba el colega. Levantando el vaso de picacola y poniendo una voz más que engolada, aseguró que ante el desengaño no cabe responder más que con ira o con esperanza. Aparentemente hablaba de las elecciones europeas, pero yo deduje por su abandonada indumentaria que quizá quería decirme otra cosa; tal vez se refería a la soledad, a cómo una moza lo había abandonado, o a esa sensación que trasciende de uno cuando uno sabe que tiene razón. Es cierto que el desengaño no se cura; se ahoga en un vaso de esperanza, o se quema con el alcohol de la ira. Añadió además no sé qué de la indolencia, pero yo insistía en que la indolencia es sólo un placebo que no produce ninguna mejoría, sino que arrincona los síntomas en el fondo del alma, allí donde se acumulan otras vergüenzas, impidiendo que ese espacio lo ocupe algo más provechoso. Pues eso, que el tipo, borracho de verborre

Las fotos y el voto

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Las famosas fotos de Il Cavaliere se han publicado . De nada le ha servido la censura impuesta en su país alegando no sé qué privacidad de la que según Berlusconi debe disfrutar él y el personal que se solaza en su casa de la Cerdeña. Al final han salido en los papeles las núbiles señoritas que lo acompañaban, chicas hermosísimas con las tetas al aire; aparece además un erecto gentilhombre que según las malas lenguas es un ex primer ministro checo; pero, como el paparazzi es un puritano, ha entregado las fotos con las cabezas pixeladas. El caso es que Silvio, gravemente afectado por el síndrome del ogro tragaldabas (ya sabes: «huele a carne fresca»), sale rodeado de un escogido ramillete de señoritas captadas en los estudios televisivos; además, como no es egoísta ha puesto el ganado a disposición de sus más íntimos amigos para que se deleiten en contemplación de tanta belleza. El asunto, digno de un crápula, no tendría más trascendencia si todo el licencioso personal fuera mayor de ed