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Mostrando entradas de marzo, 2013

Agua

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Arco iris sobre La Melgosa. Dicen las webs de mi pueblo que Cuenca llora en la Semana Santa y se lamentan, lloriquea incluso una gachí que se define como muy atea (debe de haber diferentes intensidades en eso de ateísmo), y el del bareto de mi barrio y la Marichufi que ha vestido a la niña de María de los Dolores que dan miedo. Por aquí, desde que me acuerdo, todos lloramos. Si el papa Paco fuera de Cuenca –cosa que obviamente no está a su alcance–, no lo dudes, también estaría lamentándose con una copa rebosante de resoli en la mano, impotente ante la fatalidad que nos empuja cuesta abajo; terrible es nuestro destino y terrible el resoli que te dan en los garitos. El cielo de Cuenca está triste, pobrecico, o cabreado, vaya usted a saber por qué. Los campos, más que verdes, son de plata por el reflejo mágico de las nubes en los charcos. De plata nada; todo, grisura. Es cierto, llueve; disfruto con el agua que me cae mansa mientras deambulo por el campo. La lluvia lo lava todo, in

Perséfone y las palomas

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Hoy llego tarde. Razones de peso me han impedido cumplir con mi compromiso. Vivo en Cuenca, no lo olvides, aquí todo llega tarde, incluso la primavera que apenas empieza a tocar con sus dedos las ramas yertas de los árboles (los almendros estallan en el campo mientras que los prunos ciudadanos ya colorean y se pintan de rosa pálido). Esta mañana también llueve. Las fuentes fluyen a borbotones emitiendo un ruido primigenio que tanto me calma. Rosa, lluvia y verde. Es cierto, despunta la primavera. La primera luna está a punto de cuajar tras las nubes henchidas de agua y con ella las procesiones, los sermones imposibles, el caballero de capa y sombrero « llevando un cirio en la mano » ; tras ellos, con ensoberbecida humildad, las damas postulantes de negro, no sé si todo, con mantilla y misal impreso en papel de arroz. Si no miras a ese lado, la vida atruena y se multiplica bajo los aleros: picapinos, truchas de acero inoxidable, pequeñas cucarachas junto a los fogones. He plantado e

Habemus papam

Lo que me gusta de la curia romana es que habla latín del bueno: “extra omnes”, dijo el maestro de ceremonias del cónclave; servidor se quedó con la boca abierta. Tras la quinta votación, el protodiácono exclamó desde el balcón de la logia central de San Pedro: “Nuntio vobis gaudium magnum”. Luego salió el papa Franciscus, sin más adorno que el traje blanco, y nos echó una bendición “urbi et orbi” anticipada por una parrafada en la lengua de Cicerón que fue un primor, la lengua digo, porque no entendí una higa de lo que decía. La guardia suiza, el centenar largo de hombres hechos y derechos vestidos de colorado con gorritos a juego, las monjitas felices porque “habemus papam”, los jóvenes henchidos histérica alegría, las teles con sus interminables programas, las radios retransmitiendo el asunto desde la “civitas aeterna”, los periódicos serios concediéndole al acontecimiento decenas de páginas... Todo ello me causa una profunda impresión y una angustia indescriptible cuyas razones

Última columna (en El Día)

Aquel día, los cinco, nos juntamos en una café para conspirar. Tres cortados, un doble y lo de Miguelán que no me acuerdo. Tras las copas de rigor, cuatro, acordamos enviar una embajada para hablar con Santiago Mateo y proponerle una columna diaria. Irían el José Ángel y el Paco Mora. Era junio de dos mil tres. Así empezó la  Columna Cinco . Cada viernes, cuando encendía el ordenador, servidor tenía constantes tentaciones de dejarlo; la falta de costumbre y el pánico a hacerlo mal exigía que emplease una cantidad de tiempo desmesurada para escribir apenas trescientas cincuenta palabras. Como en las películas americanas, el empuje de alguno de mis colegas me permitió aguantar lo suficiente para conseguir cierta soltura en la muñeca. De aquellas columnas plomizas pasé poco a poco a contar al lector mi punto de vista que era, por vocación, bastante heterodoxo y, en consecuencia, no siempre bien entendido (hay un concejal que aún hoy afirma que no capta una mierda de lo que escribo). Sin

La Cospedal y el feminismo

Ha escogido mal momento el ama del garito para presentarse como garante de las libertades que los modernos dicen de género. La babiana (Cospedal, comarca de Babia, provincia de León), feminista; cosas tenedes, el Cid, que farán fablar las piedras. En su huida hacia adelante, perseguida a pedradas por la Aguirre, se coloca delante de un grupo de mujeres en la calle Génova (aquí también cobra pero no acostumbra) y reivindica los derechos de las trabajadoras frente a las argucias de un garrulo presto a largarse a la taberna a echar la partida. ¿Te das cuenta de cómo nos conoce? Acojonante, tía. Al final va a tener razón la Esperanza con los epítetos. ¿Qué dijo, Mari? Si hacemos caso a lo publicado, la llamó « imbécil » . Según la última Encuesta de Población Activa, Castilla-La Mancha ha sido la región en la que ha habido más variación interanual en el desempleo, como curiosidad el 35,20%  de las mujeres está en paro y el sector en donde más ha aumentado ha sido el de la administración pú

Mala

Si en algo coinciden los que juzgan a la Cospedal es en que es una mala persona, de lo peor. Creo que hay un coro de cincuentones que calienta la voz entonando el « es una mala mujer » de Riki López en homenaje a la doña. Servidor de usted no está del todo de acuerdo –a ver, un poco sí–, la veo más como una niñata egoísta, incapaz de sentir empatía por aquellos que no están a su nivel, un estrato donde ya solo quedan el Rey, el espectro de Rajoy y cuatro o cinco babosos. No, Bárcenas no, quia, a ese le descerrajó hace cuatro días el despacho que según ella no existía. Es de ese tipo de gente que nunca sale la última en una catástrofe. Aunque parece lista, me recuerda más a una niña empollona que cuando obtiene la nota que necesita se olvida del temario, del profesor y hasta de la estampita de Santa Gema que lleva en el bolso de  Louis Vuitton. Vamos, una trepilla con un clarísimo objetivo: ser la reina del baile, la Barbie superestar. Yo prefiero a la Bratz que es más cabezona. Pero