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Mostrando entradas de mayo, 2008

Evidencias

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E vidente es lo que se ve, aquello que no es fruto de la especulación y en donde la imaginación no cabe; es lo material, lo cierto y muy a menudo se puede resumir con un pronombre: «esto». Es lo real, lo que se manifiesta a la luz de los sentidos, pero exige que todos lo vean con los mismos ojos. Leo en un artículo de Elorriaga contra Rajoy: «el debate se hace incomprensible cuando gira en torno a lo evidente», se le notan los estudios en colegio de pago. Conclusión de tan «acertada» reflexión, el jefe carece de ideas; más, el asiento propio peligra; aún más, Aznar de cuyo equipo más próximo formó parte el articulista sigue manejando los hilos en la trastienda confundiendo didáctica con medianía porque, carísimo amigo, qué otra cosa es la enseñanza sino «poner de manifiesto lo que es evidente» (me cito) utilizando como recurso las más de las veces la repetición aburrida, la reconvención amable, la obviedad más notoria. Lo evidente, hermosón, si hubieras leído novelas de detectives sab

Palabras, sangre

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El lápiz se le va enredando entre las rayas del cuaderno y con su trazo romo va marcando una sinuosa senda que sólo podría interpretar un avisado explorador indio que supiese leer. La frase es corta, apenas cuatro líneas mal hilvanadas en una libreta pequeña; de fondo se oye el sonido nasal de un clarinete afónico que se rebela en el aparato de música. La última palabra escrita es ETA; vaya mierda de palabra. Con un poco de suerte, esta hoja acabará en el cesto de los papeles como todas las anteriores. Aprieta los músculos para poder extraer aún más jugo a los pensamientos, y por ese esfuerzo se le perla la frente, suda. «No tengo tan claro que los detenidos tengan la relevancia que quieren darles». Jusu Erkoreka, portavoz del PNV en el Congreso, ha hablado de las últimas detenciones de terroristas y dice más de lo que a simple vista parece: que en ámbitos nacionalistas se saben nombres, que la guardia civil han trincado a unos pichichanes, que los grandes capitostes de la banda encar

Educación en valores

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A mí esto de los valores me suena a chocolate y por eso no acabo de verle el intríngulis a la palabra; tampoco me ayuda el diccionario que se expresa con un galimatías propio de quien tampoco lo sabe. «Valor» además de a chocolate me suena a cuartos, a Diego Valor y los seriales de la radio de la infancia, a tardes en el parque vigilados por la varita contundente de un guarda uniformado; luego vendrían los modernos a joder el monario, a hablar de transversalidad, una especie de metáfora tonta de la flecha que al pobre San Sebastián le atravesó el fuelle con la sana intención de llevarlo casi en porreta a los altares del cielo. Valores, transversalidad, derecho de los papás o no sé qué sandez del uso educativo de los medios de comunicación. Una absoluta locura en el mundo en crisis que apuesta con los cuartos de todos a marear la perdiz política con unas jornadas «ad hoc», dando la impresión de que las cosas se mueven cuando tienen roña en los goznes. No sé si hay soluciones, pero con

Noticias

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Veo cómo el nido del águila imperial se va aclarando según amanece. El polluelo, cada día más grande, descansa desmadejado en el centro. Desde que supe de la existencia de la cámara web, acostumbro a conectarme temprano -hoy antes de que amanezca-, para disfrutar del espectáculo de la vida, un espectáculo maravilloso. He visto cómo los padres le llevan comida cuando la cría lo exige a gritos, o cómo la madre con su cuerpo hace de paraguas para evitar que se moje. El día se aclara en Cabañeros y el sonido revitalizador de los pájaros despierta al blanquísimo animal que a estas horas ya está solo. Me gusta comprobar cómo ahí afuera, en mi calle, también amanece en gris mientras se oye a lo lejos el canto despistado de un autillo. La cría de águila se levanta torpe, sin brazos, se vuelve a sentar, se atusa el plumaje y mira cómo pasa el tiempo encaramada en lo alto de un árbol. Ahí abajo en cambio, en el contenedor de papel, los periódicos mojados por la lluvia se estremecen con noticias

Efemérides

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C uando Torrijos murió en el mes de diciembre, estaba la mar brava y el amanecer mediterráneo, de dedos rosáceos, anunciaba que habría sangre derramada en la playa. No hubo juicio. El rey, Fernando VII, escribió: «Que los fusilen a todos». En el cuadro de Gisbert hay resignación, rabia, aceptación. Por el suelo, cadáveres de la anterior descarga. La pintura representa un hecho histórico que había ocurrido en 1831 durante la década ominosa (1823-1833). La miseria de un rey que no entendió jamás los cambios que traían los nuevos tiempos y cuyo reinado mantuvo a España a la cola de aquel mundo. Hoy, tres de mayo, conmemoramos otros fusilamientos. Goya retrata a seres anónimos, temerarios, asustados frente a un pelotón formado por gente tosca, sin rostro, que se aprestan al matarile con precisión y disciplina; soldados obedientes en cuyas mochilas atesoraran, quizá, algún libro de Voltaire, aquí prohibidos. La luz cuadrada de la razón de la sinrazón, ilumina con una intensidad inusitada