Efemérides

Cuando Torrijos murió en el mes de diciembre, estaba la mar brava y el amanecer mediterráneo, de dedos rosáceos, anunciaba que habría sangre derramada en la playa. No hubo juicio. El rey, Fernando VII, escribió: «Que los fusilen a todos». En el cuadro de Gisbert hay resignación, rabia, aceptación. Por el suelo, cadáveres de la anterior descarga. La pintura representa un hecho histórico que había ocurrido en 1831 durante la década ominosa (1823-1833). La miseria de un rey que no entendió jamás los cambios que traían los nuevos tiempos y cuyo reinado mantuvo a España a la cola de aquel mundo. Hoy, tres de mayo, conmemoramos otros fusilamientos. Goya retrata a seres anónimos, temerarios, asustados frente a un pelotón formado por gente tosca, sin rostro, que se aprestan al matarile con precisión y disciplina; soldados obedientes en cuyas mochilas atesoraran, quizá, algún libro de Voltaire, aquí prohibidos. La luz cuadrada de la razón de la sinrazón, ilumina con una intensidad inusitada la vívida escena donde aún hoy podríamos oír, si nos acercamos suficientemente al lienzo, el grito de «vivan las cadenas» atenuado por el rugido de las descargas de fusilería mientras los murciélagos huyen despavoridos en la tenebrosa noche madrileña.
Hay autores que piensan que en 1808 aparecieron, definitivamente, las dos Españas. No estoy tan seguro. Imagino a los liberales sumidos en el dolor al ver el saqueo y el asesinato que causaron los franceses y sé que la mayoría ante una contradicción tan grande optó por la patria, Torrijos por ejemplo, sin renunciar al progreso: «Ansia de patria y libertad henchía» escribió de él Espronceda cuando, muerto el rey, pudo empezar por fin el romanticismo.

Comentarios

Entradas más populares

Carta a un niño del Colegio Ramón y Cajal (Cuenca)

Carta abierta al Presidente de Castilla-La Mancha

No me rindo