Educación en valores

A mí esto de los valores me suena a chocolate y por eso no acabo de verle el intríngulis a la palabra; tampoco me ayuda el diccionario que se expresa con un galimatías propio de quien tampoco lo sabe. «Valor» además de a chocolate me suena a cuartos, a Diego Valor y los seriales de la radio de la infancia, a tardes en el parque vigilados por la varita contundente de un guarda uniformado; luego vendrían los modernos a joder el monario, a hablar de transversalidad, una especie de metáfora tonta de la flecha que al pobre San Sebastián le atravesó el fuelle con la sana intención de llevarlo casi en porreta a los altares del cielo.
Valores, transversalidad, derecho de los papás o no sé qué sandez del uso educativo de los medios de comunicación. Una absoluta locura en el mundo en crisis que apuesta con los cuartos de todos a marear la perdiz política con unas jornadas «ad hoc», dando la impresión de que las cosas se mueven cuando tienen roña en los goznes.
No sé si hay soluciones, pero con menos cuartos y un ápice de constancia se puede educar a los nenes en valores buenos (de los malos se encargan las televisiones) con un trabajo continuo que exija responsabilidad, respeto, esfuerzo y cariño a cuantos padres, padrastros, maestros, tenderos o cibernautas interactúen (otra porquería de palabra) con nuestros nenes y nuestras nenas y los perritos cagones y las señoras que trabajan en la administración de lotería y hasta, si me apuras, las autoridades que cada día me dan más pena; todas, ¿eh?

Comentarios

Ignacio ha dicho que…
Hola, maestro:

Estoy completamente de acuerdo con usted. Conste que tampoco quise yo decir que el pueblo español fuera ejemplo de trabajo, ética, responsabilidad y civismo: simplemente me pareció que mis alumnos tendían al otro extremo de la balanza, y no me resulta agradable la idea de que esa imagen prefijada se deje de prefijos y se convierta en definitiva.

Igual lo que nos hace falta es algo más de valores, que mencionas en el artículo, acompañado de su ración de sentido común (eso nunca sobra). A lo mejor así la imagen proyectada al exterior era distinta (pero sobre todo reflejo de una realidad mejor, en cualquier caso).

Un abrazo, y gracias de nuevo por los comentarios.

Nacho.

Entradas más populares

Carta a un niño del Colegio Ramón y Cajal (Cuenca)

Carta abierta al Presidente de Castilla-La Mancha

No me rindo