Evidencias

Evidente es lo que se ve, aquello que no es fruto de la especulación y en donde la imaginación no cabe; es lo material, lo cierto y muy a menudo se puede resumir con un pronombre: «esto». Es lo real, lo que se manifiesta a la luz de los sentidos, pero exige que todos lo vean con los mismos ojos.
Leo en un artículo de Elorriaga contra Rajoy: «el debate se hace incomprensible cuando gira en torno a lo evidente», se le notan los estudios en colegio de pago. Conclusión de tan «acertada» reflexión, el jefe carece de ideas; más, el asiento propio peligra; aún más, Aznar de cuyo equipo más próximo formó parte el articulista sigue manejando los hilos en la trastienda confundiendo didáctica con medianía porque, carísimo amigo, qué otra cosa es la enseñanza sino «poner de manifiesto lo que es evidente» (me cito) utilizando como recurso las más de las veces la repetición aburrida, la reconvención amable, la obviedad más notoria.
Lo evidente, hermosón, si hubieras leído novelas de detectives sabrías (listo, que eres un listo) que cuesta un montón descubrirlo: mucha reflexión y a menudo una almorzada de suerte, porque no está tan claro que los políticos, tú también perillán, pretendan el bien común, ni siquiera que quieran bajar los impuestos, tampoco que su libre albedrío sea tan libre. Por ejemplo, y sólo es un ejemplo, es evidente también que el alcalde pepero de Cuenca, Pulido, como premio al voto masivo de los melgoseños (y no es ironía), les va a colocar un basurero de doble ancho a las puertas del pueblo para que disfruten de un penetrante olor a mierda.

Comentarios

Ignacio ha dicho que…
Me gustaría pensar que los hermosones, listos y perillanes aprenden de estas lecciones semanales, pero dudo -ay-, que se dignen a poner sus ojos en tan sabias palabras.

Hablando de esencias y evidencias, yo siempre he hecho caso del señor Saint-Exupéry, que decía aquello de que eran "invisibles a los ojos." Supongo que por ahí van tus tiros -demoledor, por cierto, el final melgosiano.

Ya que estamos, coméntale lo de las basuras a los napolitanos, que a lo mejor les da por exportar y todavía nos libran de algún rufián, y todo.

Un abrazo individual y familiar,

Nacho.

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