Habemus papam



Lo que me gusta de la curia romana es que habla latín del bueno: “extra omnes”, dijo el maestro de ceremonias del cónclave; servidor se quedó con la boca abierta. Tras la quinta votación, el protodiácono exclamó desde el balcón de la logia central de San Pedro: “Nuntio vobis gaudium magnum”. Luego salió el papa Franciscus, sin más adorno que el traje blanco, y nos echó una bendición “urbi et orbi” anticipada por una parrafada en la lengua de Cicerón que fue un primor, la lengua digo, porque no entendí una higa de lo que decía. La guardia suiza, el centenar largo de hombres hechos y derechos vestidos de colorado con gorritos a juego, las monjitas felices porque “habemus papam”, los jóvenes henchidos histérica alegría, las teles con sus interminables programas, las radios retransmitiendo el asunto desde la “civitas aeterna”, los periódicos serios concediéndole al acontecimiento decenas de páginas... Todo ello me causa una profunda impresión y una angustia indescriptible cuyas razones se me desdibujan en la mente.
Roma ha sido, es, el gran teatro del mundo donde su impresionante geografía permite cualquier desatino escénico, más si ha sido depurado desde el siglo XIII para mostrar a la ciudad y al mundo su recargado exceso, para justificar un poder sustentado no en el pacto social sino en la esperanza de trascender a la propia muerte; un poder tan antiguo como la conciencia del hombre. He ahí la magia. Sin ánimo de ser grosero, propongo que repita esta ceremonia por lo menos una vez al trimestre para acabar con la depresión que nos atenaza y que se organicen excursiones a bajo coste para ver en directo el circo de Dios.
Ahora que ha llegado el papa Paco, hay quien dice que todo va a cambiar: exigió al cardenal encubridor de pederastas, Bernard Law, que no frecuente Santa María la Mayor de la que el americano es arcipreste emérito. Parece que al menos se detendrán los abusos a los nenes. Ya veremos, dijo un ciego.
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En estas ando cuando me percato de lo poco que vale la Cospedal, es curioso: el leve murmullo del frufrú del fajín de tafetán sobre las sotanas le ha acallado la voz. Un ruido apenas perceptible, nada, y desaparece la madama[1] del panorama mediático como por arte de magia. Suspiro. Miedo me da su andar avieso bajo el paraguas del secreto: está la doña en el diseño, no lo dudes, de alguna celada para derrotarnos a todos.









[1] Cuarta acepción del RAE; no hay ironía caballerete

Comentarios

Ita ha dicho que…
La macilenta imagen del protodiácono, tras anunciar el gran gozo, reforzó aún más su decisión. Bebió un sorbo de agua y se dirigió con paso firme e indeleble voluntad hacia el balcón central de la basílica.
Sus ojos brillaron de placer al posarse en aquel rebaño sometido a su voluntad.
Nune aut nunquam -pensó mientras se preparaba para tomar el último tren:

Nolite itaque errare fratres mei dilectissim. Deus non existit.

Los altavoces rebotaron estas palabras. La plaza de San Pedro enmudeció. El vendedor de suvenir se persignó.
Ita ha dicho que…
¡Bueno, espero que las frases en latín sean legibles! Ni google ni servidora damos para más.
Pasé a ciencias en 3º de BUP y...


Gracias por publicar mi herejía.


:)
Anónimo ha dicho que…
Pasan los siglos y seguimos adorando ídolos falsos y creyendo a los chamanes con sus danzas de la lluvia. Por mucho que las diga en una lengua que adoro, las monsergas de este níveo señor no podrían importarme menos. En cuanto a los viajes, propongo que sean únicamente para la madama de los Dolores y su séquito. Y que se queden allí para siempre, por Dios o por quien tenga que ser.

Abrazos madrileños,

Nacho.

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