Tarde de Reyes

Pareces amargado. No paras de despotricar contra lo divino y lo humano. Amargado y tonto porque ¿qué ganas tú con enfadarte por todo? Lo que tienes que hacer es salir de aquí, viajar a donde sea, ver mundo y, cuando estés en esas, comparar, comprobarás que no hay nada mejor que el pueblo de uno. No importa, arriésgate, ahora están las casitas baratas; pues vas, te instalas en una casa de verdad, grande, y te compras un cucurucho de incompetencias fritas con azúcar; pero en otro pueblo, donde corran mejores aires, y te quedas allí tan tranquilamente viendo la tele y comiendo actitudes pasas que están muy ricas. Ten en cuenta, no lo olvides, que sólo hay un objetivo trascendente en la vida, ser feliz, tienes que ser feliz y al mundo que le den; pero no te enfades, te lo digo con el corazón en la mano: pareces un viejo chocho de los que lo ven todo artrósico; cachis, cuando no es por pitos es por flautas, y cuando no por eso por lo otro. Anímate. Vamos. Levanta del sillón que te vas a quedar anquilosado de no moverte. Venga, apaga la tele, ¿no te han dicho que esta tarde vienen los del Oriente Medio con sus capitas de armiño de mentirijillas y las coronitas de plástico, también de mentirijillas?, todo quedará precioso. ¿No los ves? Vienen cargados de costales de alegría e ilusión para los niños de toda España. ¿Y si hoy no vienen a caballo, qué? No pasa nada, no hemos sido malos, de verdad, no te preocupes, otro año será…