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La humanidad de las gallinas

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Decir que las gallinas no son humanas es una obviedad. Son gallinas y así se comportan. Tengo tres, una vieja, de alrededor de tres años, que ya no pone huevos, y dos muy jóvenes, de apenas unos meses. La vieja lo acapara todo, todo se lo come y no permite el paso de las otras hasta que ha quedado saciada, el buche lleno de la avena que guardo en un bidón de plástico a salvo de los ratones. Las jóvenes tratan de conseguir un grano o una miga de pan duro cuando la provecta descuida alguno de los montones con los que proveo al parvo "ganado". Esa es la lucha diaria de la que al poco rato me desentiendo pues hay periquitos y perros a los que alimentar. Entre la faena, para hacerla más liviana, me ocupo en reflexionar sobre el comportamiento de las aves a las que ahora los gorriones están esquilmando la comida (ha aterrizado una bandada de más de cincuenta ejemplares). No son humanos los bichos, pero lo parecen, como tales se comportan, igual que algunos desalmados que ni siquier

El crudo invierno

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  Con temperaturas inferiores a 15º bajo cero, la nieve sigue aferrada al norte de la casa. Hoy he conseguido llenar la fuente donde, no se sabe cómo, los peces sobreviven bajo una gruesa capa de hielo. A veces creo que están hechos de un material tan firme que es imposible que se mueran por mucho frío que haga.  El suelo bajo algunas puertas se ha congelado, lo que ha levantado trozos de hormigón. Imposible abrir el portón de entrada, tampoco el portillo que da paso a la gente que no viene a visitarme; la puerta del pozo la he abierto a patadas para poder coger la alargadera que allí guardo. El pie firme, la pala y el pico, también el secador de pelo han conseguido aliviar un poco el problema. Mañana intentaré regar el cemento, si es que la manguera permite el paso del agua líguida, para limpiar el barro y la arena que el coche ha aportado al desolado paisaje.

Nuevo libro en imprenta

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Con intención arcana, el poeta inició este libro —dos en realidad— que tienes entre las manos. En él, Francisco Javier Page discurre por el suave sendero que nos transporta al lugar donde la poesía fluye como el agua cuando se acaban los ríos: amable, quieta, dulce y salada... El título aúna el de los dos volúmenes que contiene; en el primero Solo para no estar sola , Almira nos muestra su espacio cotidiano narrado con versos sencillos, sin artificios; en el segundo, En Penumbra , el poeta circunnavega ese momento oscuro en donde todos alguna vez recalamos por voluntad o accidente. Ambos serán de mucho provecho para todos los públicos. La niña anuda con hilos de sueño en soledad con la almohada historias maravillosas cada noche imaginadas donde habita un Odiseo, un Telémaco, una maga y un búho de madera que cuando le mientes canta.

Saber de Cuenca

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Juro por Maduro que cada vez estoy más desconectado de lo que pasa en Cuenca. «Me la pela», dice mi alter ego —para los de la tertulia «cultural» del Mateo Navalón: «mi otro yo»—, ese yo que se esconde porque aquí, si conoces te pones de muy mala, pero que de muy mala hostia. Me cuentan de la actitud de un tal Miguel Romero cuando recientemente en esa asamblea de «próceres» de cartón el tal Jesús acusaba a don Juanito de mandar fusilar a los adversarios políticos. Recalcan su silencio cómplice o, peor, su desconocimiento. ¿Cómo habrá llegado tamaño ignaro a participar tan activamente en la «cronificación» de la ciudad? Y ahora lo han hecho poeta; no me jodas Marta Segarra, tú, precisamente tú. La decadencia es la consecuencia de la indecencia, del fatuo entendimiento. Me maravillo de lo que veo y que no quiero ver. Y ahí los tienes, difamando a quien quiso que esta ciudad tuviera nombre, quien salvó gran parte del tesoro de la catedral de las garras de los anarquistas —de cuida

A propósito de España

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«La realidad tradicional de España ha consistido precisamente en el aniquilamiento progresivo de la posibilidad de España», José Ortega y Gasset. Vivimos tiempos extraños, tiempos furibundos, recios como estaca de pino. Lo sé por lo que siento en mis propias carnes; se empieza insultando a la madre que parió al árbitro y se acaba exhibiendo una chulería insoportable frente al adversario —ahora más enemigo— político. Y todo casi gratis, sin coste aparente por tergiversar la realidad, el lenguaje y la puñetera memoria. Para eso estamos, caballero, para abrir la boca y tragarnos tamaña inmundicia. En esa manipulación está también la palabra España , tierra de conejos a lo que se ve por cómo los exhiben muertos un par de acémilas. Es obvio que hay al menos tres Españas, cuatro si contamos al carlista Torrá. Españas casi siempre irreconciliables, cuyo concepto se basa en una historia irremisiblemente común cuya memoria no compartida nos arrojamos a la cara como si fuera un puñado

Muy calladito te veo

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Miércoles Santo, 2019. CUENCA Hasta hoy no era el momento de hablar mal de nadie, se trataba de prevenirme de la irrupción de los últimos coletazos del franquismo, de esa extrema derecha inculta, excesivamente ridícula en las formas, que nos quiere robar la patria y la historia. Ahora, cuando hablen en el Congreso, veremos cómo nos muestran su nadería. Mi respuesta fue empadronarme en Madrid para no votar a un fingido socialista — en realidad es del último que llega— que se ha hecho el amo del cotarro. En el lote, por suerte, va Gracia Canales, una extraordinaria persona a la que le tengo afecto desde cuando representaba a la candidatura de Pedro Sánchez a la secretaría general del PSOE, allá por 2015; servidor estaba en el banco contrario. Ya se encargará el fulano de ningunearla para que nadie, nadie, le haga sombra a tanta escasez intelectual y humana. Gracia, ¡sé prevenida!, pregunta a las anteriores candidatas que lo acompañaban, aquellas que se quedaron fuera. No estoy

Ser República

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Ser republicano no significa celebrar el día con proclamas incendiarias, sacar la bandera tricolor a las calles o participar en algún refrendo juvenil por su restauración, que también. La República es otra cosa, además, es confianza, valor, independencia. Tarea colectiva, participación generosa, distribución del poder entre varios órganos. Hacer efectivo el lema de Libertad, Igualdad y Confraternidad; Machado dice que «Son una» porque cada una de ellas matiza a las demás.   Ser republicano no implica ser comunista, ni socialista, ni lo que sea. No tiene que ver con la adscripción partidista, ni con el nacionalismo tan reaccionario que nos acecha, ni con la religión o la magia. En la República todos tienen cabida, casi todos, con la única condición de aceptar que «el poder detenga al poder» y de que se trabaje con tanto ahínco por las minorías como por las mayorías. Ser republicano es una opción por devoción, una práctica personal, una cruzada contra la estupidez y la ignorancia

Podría llover

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Escribo menos, leo más. Emilio Lledó, Ortega, Machado. Cada uno por un motivo diferente. Cuando me encuentro con ellos me noto crecer, un poco, apenas nada —un centímetro en algo más de cuarenta años—. De Lledó, la memoria, esa traidora que nos reconstruye el edificio de la vida; de Machado, la humanidad, el misterio en un determinado poema, la luz para unos, surrealismo para el ciego. Ortega es otra cosa; un libro pequeño que huele a humedad y a polvo, las  Meditaciones del Quijote que me ha caído del cielo para salvarme de otras monotonías que no te pienso contar. Todos lúcidos, maestros ausentes, guías en este valle donde los perniles sustituirán a las almas. Llegan las elecciones. No me quiero pronunciar sobre ningún candidato. ¿Ninguno? Ninguno. Acabo de borrar una retahíla de improperios contra este y la otra; más que gruesos. No lo merecen, los mercenarios carecen de conciencia, apenas si obedecen órdenes. Intentaré comprenderlos, igual que si fueran los protagonistas d