Ser República
Ser republicano no significa celebrar el día con proclamas
incendiarias, sacar la bandera tricolor a las calles o participar en algún
refrendo juvenil por su restauración, que también. La República es otra cosa,
además, es confianza, valor, independencia. Tarea colectiva, participación
generosa, distribución del poder entre varios órganos. Hacer efectivo el lema
de Libertad, Igualdad y Confraternidad; Machado dice que «Son una» porque cada
una de ellas matiza a las demás.
Ser republicano no implica ser comunista, ni socialista, ni
lo que sea. No tiene que ver con la adscripción partidista, ni con el
nacionalismo tan reaccionario que nos acecha, ni con la religión o la magia. En
la República todos tienen cabida, casi todos, con la única condición de aceptar
que «el poder detenga al poder» y de que se trabaje con tanto ahínco por las
minorías como por las mayorías.
Ser republicano es una opción por devoción, una práctica
personal, una cruzada contra la estupidez y la ignorancia.
Es erigirte sobre convicciones firmes y a la vez vivir a pie
de calle, opinar, dar fe de tu existencia, denunciar a los facinerosos, a los
trincones, a los cobardes.
Ser republicano es practicar día a día la República sin
odiar a nadie, pero alerta por si algún hijo de puta quiere llevarnos a un pasado
insoportable.
Por cierto, hoy, 14 de abril, aunque a veces me desdiga (pido
perdón de rodillas) cuando pienso en que el Aznar podría ser Presidente, digo Viva
la República.
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