Muy calladito te veo

Miércoles Santo, 2019. CUENCA
Hasta hoy no era el momento de hablar mal de nadie, se trataba de prevenirme de la irrupción de los últimos coletazos del franquismo, de esa extrema derecha inculta, excesivamente ridícula en las formas, que nos quiere robar la patria y la historia. Ahora, cuando hablen en el Congreso, veremos cómo nos muestran su nadería.
Mi respuesta fue empadronarme en Madrid para no votar a un fingido socialista — en realidad es del último que llega— que se ha hecho el amo del cotarro. En el lote, por suerte, va Gracia Canales, una extraordinaria persona a la que le tengo afecto desde cuando representaba a la candidatura de Pedro Sánchez a la secretaría general del PSOE, allá por 2015; servidor estaba en el banco contrario. Ya se encargará el fulano de ningunearla para que nadie, nadie, le haga sombra a tanta escasez intelectual y humana. Gracia, ¡sé prevenida!, pregunta a las anteriores candidatas que lo acompañaban, aquellas que se quedaron fuera.
No estoy contento del todo, me hubiera gustado un número mayor, quizá 150, en lugar de 123. Pero bueno, a lo mejor el Payo Iglesias deja de joder la marrana y hace aportaciones más sociales y menos personales. No lo sé. Ya veremos.
En un tiempo en el que todo se vende —en Japón han comercializado latas llenas de aire—, mal pronóstico tiene el futuro. A ver si esta gente entra en razón y conseguimos que las cosas vayan de verdad a mejor, que aquellos que insaciables de dinero dejen de serlo, que de verdad se proteja el medio ambiente, que llegue la paz al mundo y que los de la Hermandad del san Pedro dejen de exhibir símbolos fascistas…
No, tranquilo, no me presento a mis Mundo, solo que me estoy haciendo viejo y necesito algo de esperanza.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Estaba asustada, muy asustada. Y además, estaba con mi esperanza tiritando.

Me gusta que la ciudadanía se haya movilizado y haya expresado su opinión en las urnas.

Ahora estoy menos asustada, y además estoy más esperanzada.

Los del otro lado, los que explotan y recortan el futuro del resto, los que rasgan vestiduras y se golpean el pecho con sus culpas, aquellos que pretender imponer por la coerción su determinada moral, han vivido en sus huestes las consecuencias de la fragmentación.

Esa misma fragmentación que ha impedido a quienes tenemos una concepción diferente de la vida y del Universo, sembremos y veamos germinar la semilla constructiva.

Cuando este sector, que valora los derechos esenciales de toda persona, así como sus responsabilidades, comprenda y accione la colaboración, y la haga una práctica sostenida, habremos de avanzar.

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