Vuelve la sinrazón


Cuando las barbas del vecino veas… Me preocupa lo que veo. Mucho. La derecha extrema encuentra los votos desde el miedo; para ello lo provoca entre los más desfavorecidos: los viejos-viejos, los parados, los miedosos de nacimiento, los que sienten añoranza por un pasado inventado por otros.
Brasil, Hungría, Polonia, Austria, Italia, EE.UU. En Francia la Le Pen va y viene (ojo a la sobrina, Marion); en España, Vox —el partido de Mario Conde, Sociedad Civil y Democracia, se integró en Vox— y su reivindicación de lo español (qué será lo español si no la lengua que destrozan a banderazos).
La búsqueda de una identidad ahormada en un pequeño zapato, para gentes de corto recorrido. España y Dios. Ese es su credo. Viva el obispo de Alcalá y el cardenal Cañizares. Rojos al paredón. Y vuelta la borrica a la linde. Escasos en todo menos en maldad. Los fascistas necesitan enemigos para existir; los tienen a tiro: inmigrantes pobres, feministas que se muestran, LGTBI sin complejos; Alberto Garzón, Javier Ardines, ya casi no quedan rojos.
Otra vez el péndulo llegando tan alto que cuando vuelva a su ser nos va a destrozar la cara. Digo que vuelve la sinrazón pero a lo peor es que nunca se ha ido.
Por cierto, hoy hace un frío que pela. Por eso, a lo mejor, estoy tan pesimista; o, quizá, el frío me haya rebajado la indignación. No sé. Ya te contaré otro día.



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