El hartazgo del sillero

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A veces tengo la sensación de que los políticos nos toman por gilipollas. Todos, sin excepción. El otro día, el Presidente de ClM afirmaba que aspira un pacto de Estado con los de Podemos similar al que él tiene en la región. No nos explica cómo conseguir que el coletas y adheridos pasen por el aro de estar calladitos no vaya a ser que venga la Cospe; en realidad, estoy seguro de que García-Page no quiere eso, sino echar al Sánchez. Anda en el mismo bando coyuntural que la mater amantísima Susana más conocida por su costal de obviedades que pronuncia con mucha afectación y movimiento de manos.

La Susana y el Emiliano son muy parecidos en objetivos, no en estrategias. Ambos aspiran a ser más de lo que son, sueñan con liderar un país de leche y miel para lo que están dispuestos a cualquier cosa siempre que sean otros los que se quemen; recuérdese a Madina y Pérez Tapias. Los dos participaron en una suerte de conspiración para que fuera Sánchez, el más manejero creían, el candidato a la Moncloa. Como les ha salido rana, no acepta el tutelaje, lo señalan como indigno y quieren que haya un nuevo congreso ya, mañana, tantos como sea posible hasta que los militantes acepten como inevitable que cualquiera de ellos se siente en la poltrona. A ninguno le gusta perder, además ambos cuentan con una cohorte de falderos que viven de puta madre bajo la buena sombra y cuya única actividad consiste en repetirles al oído cada día lo malos que son los otros y cómo su capacidad política e intelectual está tan desaprovechada. De paso ambos se desayunan cada día frente a un espejo mágico que les confirma las aseveraciones de la clientela. Parece el cuento de Bancanieves donde ellos son la madrastra.

Servidor de Dios y de usted no cree que ninguno esté capacitado, es una opinión como otra cualquiera. Los personalismos en política son muy peligrosos para los partidos; humildemente les recomendaría que escuchasen a las bases, a esos que ponen carteles y ensobran papeletas, porque a lo mejor se sorprenderían al oír soluciones de unión, no de división. Y si no, practicarían la democracia interna, tan necesaria.

En cualquier caso, feliz año nuevo para ti lector, también a Emiliano y a Susana. Y a Sánchez. Y que Dios nos coja confesados cuando se harte el sillero.



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