La vida seguirá igual
Nadie
entiende nada. Hemos visto la sinrazón ejecutando a hombres y mujeres libres.
Estamos conmovidos. Los expertos nos explican las causas que, de hacer caso,
son infinitas. Algunos piden que occidente se comporte como aquellos para que
sean otros los que mueran. Hollande, tan apocado en apariencia, ha mandado a
sus aviones a bombardear Raqa,
la capital de los yihadistas; nadie sabe cuántos inocentes habrán muerto, en
realidad usted y yo sabemos que entre los asesinos no hay inocentes, o quizá
sí; qué más da. Internet se llena de mensajes: #PrayForParis. En ese contexto prebélico, el arzobispo
de la «ciudad del pecado» llama también a la oración; allí acudirán algunas de las
autoridades de la Francia laica no sé muy bien en representación de quiénes;
pronto habrá elecciones regionales. El arzobispo pronuncia un sermón
conciliador llamando al perdón.
Los tertulianos españoles destacan la radicalización de los
jóvenes musulmanes educados en la escuela republicana, tan ecuánime, tan igualitaria. Sorprende
que todos tengan respuestas a un problema actualmente irresoluble y que muchas
de ellas pasen por encerrarse tras una muralla de considerable altura, un
redivivo limes germanicus, absolutamente impermeable; tendrán que fabricar también una cúpula de cristal. Han encontrado un
pasaporte sirio cerca de lo que se supone son los restos esparcidos de un
suicida, ergo Cañizares tiene razón, también en lo relativo a la identidad de
los pueblos que se acabará perdiendo, dijo, por el caballo de Troya que viene
de Siria.
Como podemos comprobar cada
día, entre las jerarquías católicas hay diversidad de opiniones, algunas
muy dispares, incluso enfrentadas a pesar de contar con la indiscutida
autoridad de un monarca absoluto. No ocurre lo mismo entre los musulmanes, cada
imán es un verso suelto, una bala perdida, lo que sea. Sus modelos son también Estados
absolutistas que sufragan bajo cuerda guerras de religión en la que los chiies llevan las de perder, solo son el trece por ciento. Es obvio que el mundo
islámico necesita de una revolución liberal, pero ya lo
impedirán rusos y americanos; mejor, los grandes emporios de fabricación y
venta de armas porque para que nada cambie todo debe seguir igual; ya saben ellos que no hay que hacer caso al joven Trancredi de El gatopardo. Mañana habrá fútbol y volveremos a sentirnos invencibles detrás de la tele pero con un miedo cerval de salir a la calle y todo, todo, seguirá igual, o peor.
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