Malos tiempos para la prensa
ARTÍCULO CENSURADO EN: Las noticias de Cuenca
Desconozco si en Periodismo se enseña ética. Imagino que sí.
Ética periodística. Se trataría de hacer reflexionar a los futuros
profesionales sobre las obligaciones que adquieren cuando redactan algún tipo
de información. Supongo que sus profesores les hablarán de la importancia de
ser veraz y objetivo y que, posteriormente, evaluarán los conocimientos
adquiridos exigiendo tareas que justifiquen el aprendizaje con sesudos trabajos
sobre el estatuto de redacción de alguno de los cinco medios que cuentan con
él.
Desconozco si los profesores leen los periódicos, todos los
periódicos, y los utilizan como modelo ante el alumnado. Yo no lo haría. No sé si los profesores oyen la radio y ven la televisión para contar a la
reducida audiencia las verdades del barquero. Si han leído La razón, el ABC o han
visto el programa de un tal Jordi Évole sobre el Golpe del 23F. Tal y como van
las cosas, yo los invitaría a disfrutar del pseudo-periodismo de tarde que se
ejerce en los tugurios de telebasura; es, más veraz, más periodismo.
Cuando el consumidor se acerca a su medio de comunicación,
hace un pacto tácito con él: la información y la opinión deben coincidir en
todo o en parte con su propia ideología; dicho de otra forma, un lector de La vanguardia no leerá El mundo. Cuando el espectador se
apoltrona ante el televisor con el mando a distancia en la mano, elige lo que
va a ver también según criterios ideológicos. Por eso, quien disfruta de Sálvame cambiaría de canal si la
Belén Esteban hablase de la visión misógina de Schopenhauer en su obra De las
mujeres.
A mí me gustaba el Jordi Évole, creía en Iñaki Gabilondo,
respetaba a Mayor Zaragoza. Tenías que haber oído los santos que grité cuando
me di cuenta de que me habían dado gato por liebre, cuando el «periodista» me largó
una obra de ficción como si fuera un trabajo de investigación sobre la trama
golpista de 1981 en España.
Como el gato escaldado del agua fría huye, parece ser que mi
periódico nacional va a cambiar de director y, además, de línea ideológica. El país se enfrenta a la crisis con un
espíritu servil que sin duda generará conflictos con parte de sus profesionales
que, para su suerte, están sometidos a un estatuto de redacción. Sin embargo,
es cada vez más evidente que un medio de comunicación es una empresa que busca
beneficios y que los beneficios, en España, están en la publicidad que emite
tanto el gobierno central como los autonómicos, hoy para nuestra desgracia en
manos de un grupo más preocupado por las grandes empresas que por la
ciudadanía.
La batalla parece perdida, pero aún queda esperanza en los
medios digitales que habitan la internet, aunque solo en aquellos donde tratan de
informar con la mayor honestidad posible.
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