Bestias y tradiciones

Cuenca está de moda. No hace mucho, han descubierto el «concavenator córcovado», un bicho que vivió por cerca de mi casa mucho antes de la guerra. El lagartón campaba por estas sierras cuando las casas colgadas eran ilusión, agua, nada, porque lo mismo ni había pedruscos grandotes para amarrarlas en el fondo del mar. Es hermoso el nombre que le ha tocado en la lotería, pero al pobrecico le ha caído un apellido infamante: dicen los enterados que tenía el culo entre paréntesis (imito a Quevedo); claro que no sé yo cómo se le ve la chepa a un bicho muerto hace ciento veinticinco millones de años (antes de la guerra), pero, si está escrito en la revista Nature, tiene que ser verdad, verdad de la buena. Oyes, y qué dibujo tan bonito que han sacado del extinto los americanos. Claro que si el corcovilla tuviera o tuviese cuernos lo mismo lo podríamos torear ahora que llega San Mateo agarrado con una sogueta por toda la plaza mayor. Una lástima lastimera; a falta de pan…. ¡Ea!, pues nos pillamos una vacas, pobrecillas, y, ¡hala!, nos ponemos a que el personal se desasne con las antiguas tradiciones que son buenas por ser viejas y derechas, no como el dinosaurio que tanta fama, merecida, nos está dando. Por estas cosas me gusta vivir en una ciudad tan famosa, tan antigua, tan artística (tienes que venir a ver el infamante caballo de bastos que han plantado en el casco antiguo; ven, que te vas a reír).
También deberíamos estar contentos por otras cosas, pero ahora, ¡bua!, no me acuerdo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
No vas a poner más cosas aquí??? Anda escribe argo!!

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