Radikal

Todo para que no se hable de la trama Gürtel. Yo estuve el sábado pasado en la Puerta del Sol. No había ido a propósito pero acabé tras un quiosco de lotería sin poder ver el escenario donde se leía el manifiesto. Vi media docena de banderas republicanas ondear bajo el balcón del Gobernación (quiero decir el palacio de la lideresa); tengo fotos. Éramos miles, muchos, en silencio. Pedíamos verdad, justicia y reparación a las víctimas del franquismo, palabras que resumen la necesidad de sacar a ciento trece mil muertos de cunetas y descampados, y darles digna sepultura. Yo estuve allí, con el corazón en un puño; uno más entre tantos. Al día siguiente un periódico ilustraba la manifestación con imágenes de payasos y jabalíes (cerdos salvajes); era el principio de lo que se avecinaba, un desprecio más. En el telediario, otro de los amiguitos de Camps (González Pons) nos llamaba radicales porque había banderas republicanas, media docena.

Pienso en las palabras del diputado valenciano. Me acuerdo de que yo, cuando niño, deshojaba margaritas. Sí, no. ¿Soy o no soy? Apenas si tengo un par de trajes de rebajas que gracias a Dios aún no he tenido que estrenar. Hacienda lo sabe todo de mí. Mi gran pasión son los lapiceros de sesenta céntimos que pierdo a pares y me cuesta dormir porque me voy haciendo viejo. Sí, no. Sí. Soy un viejo radical. No, un radical viejo que babea con el nieto. Un jodido sentimental con más achaques que el Partido Popular, y ya es decir. Un radical sensiblero, sí; pero no un chorizo, puñetas.

Comentarios

Entradas más populares

Carta a un niño del Colegio Ramón y Cajal (Cuenca)

Carta abierta al Presidente de Castilla-La Mancha

No me rindo