La soledad del santón

No es sólo la imagen lo que me impacta, también lo que trasciende: cómo una persona puede permanecer inmóvil meditando, solo. La mayoría de los religiosos de cualquier creencia busca el amparo de los otros para poder sobrellevar el retiro. Este santón, en cambio, se conforma con la mirada curiosa de los que por allí buscan un paisaje para recordar.
Si hacemos caso a sus creencias, es seguro que el personaje no piensa en nada, ni siquiera en las pocas monedas que podría recoger por los servicios prestados al arte de la fotografía. Su afán es permanecer en la más absoluta inopia. Cuando llegue la noche seguirá solo y, quizá, se deleite contemplando las estrellas como quien oye llover o, es posible, que imagine carros tirados por perros de bocas babeantes. Me recuerda a Mariano Rajoy, un ser impotente, abandonado en mitad de un paisaje desolado, acunado por el ruido del torrente mediático que le socava lentamente el asiento; sobre el cielo de sus sueños una pléyade de monstruos y lideresas ladran deseosos de quitarle el sitio.
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