Nadie nos tomará en serio

Hay momentos en la vida en que las cosas no van bien. No me preguntes por qué, no lo sé. Suele ocurrir en otoño, cuando los días son más cortos y las piedras se derraman en los pilones de las fuentes. Pasa que no quieres levantarte, ni estar acostado: ni contigo ni sin ti. Ahora lo llaman depresión y viene en los libros como una enfermedad que afecta a tantos de cada cien desde la noche de los tiempos, cuando se llamaba melancolía. Para curarse hay muchos remedios: unas píldoras verdiblancas, beber más agua, comer zanahorias, olvidar los fracasos... Todo por salir del pozo y huir hacia donde el cielo es más limpio y el sol más generoso. Todo para ser feliz.

No. El rollo ese de la felicidad es una milonga que nos han vendido las películas. A lo mejor, las píldoras de porzac podrían servir para eliminar los síntomas, pues tomadas con la frecuencia adecuada permiten que el mundo te importe una higa. Pero acabo de descubrir otro remedio en los periódicos: han nombrado nuevos dirigentes en la Unión europea, él y ella. He leído con atención el currículo del belga y una fugaz entrevista a la británica. He escuchado a todos los comentaristas radiofónicos hablando del bajo perfil político de los nuevos súper jefes. Cuando me he fijado en la foto en la que ambos posan para la posteridad me ha entrado una risa tan grande que creo que se ha curado hasta mi vecino. No lo he podido evitar. ¡Qué feos son los condenados! Con gente así nadie nos tomará en serio.

Comentarios

Entradas más populares

Carta a un niño del Colegio Ramón y Cajal (Cuenca)

Carta abierta al Presidente de Castilla-La Mancha

No me rindo