Liberación
A mí me da por escuchar (y cantar a gritos) «La bien pagá»; de todas, la versión de Miguel de Molina (disponible en el Spotify por el morro). Me porto así cuando algo de la vida no funciona como es debido (no pirula, dicho en román paladino); entonces me agarro una botella grande de picacola light, el portátil que me ha prestado Barreda (el cabezón ya está hasta los ojos de chorradas), un par de cajas de pastillas de paracetamol tamaño rueda de tractor y un pañuelo sábana para sonarme los malos pensamientos (ya sabes: la madre que parió al hijo de tal y todo eso que se dice cuando la cosa del estrés aprieta). Me retiro lejos del mundanal ruido (donde haya internet) para liberarme de energía negativa gracias a la profunda experiencia mística que supone escuchar copla española mientras bebes gaseosa dulce y lees las últimas sandeces del Aznar.
Cuando me pasa lo que me pasa, a mí me da por lo que me da y al fantoche de Costa, por llorar; una pena de hombre, tan grande, tan raro y tan traicionado por los suyos. En Cuenca, en cambio, los del PP han echado al traidor (?), un concejal (nada de nada: por lo de la fallida privatización del agua a pedo de llueca y, en consecuencia, el conflicto de intereses que surgió entre las partes); cosas del desamor supongo. Cachistal con la palabreja, traidor digo. No obstante, recomiendo al edil de Cuenca el efecto terapéutico de la copla, la española claro, la que tanto conmueve al presidente del Baça en la intimidad.
Comentarios
Arturo.