Apariencias
Cuando era joven no creía en las apariencias. Engañan, me decía. La edad, que es un ariete contra los mitos, o no, me avisa de la importancia de la imagen, de lo trascendente de la impostura. La prensa también cuando afirma con grandes titulares: Brasil es un país que no tiene terrorismo, Rajoy y Camps hablaron de economía; el grupo PRISA difunde una información objetiva sobre el gobierno de España. La idea de Goebbels de repetir una mentira muchas veces hasta que se convierta en verdad parece que ha calado en el mundo contemporáneo. El problema es que esa idea parte de una creencia errónea, o no: los demás son gilipollas y se lo creen todo.
Tú fíjate en los laberintos en que me meto. Menuda sandez dilucidar si Lula, Rajoy o Cebrián desprecian la inteligencia de los que estamos al otro lado. Como no podía ser de otra manera, concluyo que no, creo que no: ninguno de ellos habla para el común de los mortales sino que se dirigen a sus fieles. Les mandan mensajitos reconfortantes para que no se angustien; acomodan el tono al runrún de los suyos: somos los mejores, no trincamos, nuestra tradición empresarial está por encima de los avatares de la política... Usan de una estrategia que no sabe de ideologías ni de fronteras, ni siquiera de sexos y sí de clientelismo. Muchas veces funciona y te caen un premio olímpico; otras, no y te quedas a dos velas pero los tuyos están contentos, has hecho lo que has podido, además no mandaste tus naves a luchar contra el adverso destino.
Tú fíjate en los laberintos en que me meto. Menuda sandez dilucidar si Lula, Rajoy o Cebrián desprecian la inteligencia de los que estamos al otro lado. Como no podía ser de otra manera, concluyo que no, creo que no: ninguno de ellos habla para el común de los mortales sino que se dirigen a sus fieles. Les mandan mensajitos reconfortantes para que no se angustien; acomodan el tono al runrún de los suyos: somos los mejores, no trincamos, nuestra tradición empresarial está por encima de los avatares de la política... Usan de una estrategia que no sabe de ideologías ni de fronteras, ni siquiera de sexos y sí de clientelismo. Muchas veces funciona y te caen un premio olímpico; otras, no y te quedas a dos velas pero los tuyos están contentos, has hecho lo que has podido, además no mandaste tus naves a luchar contra el adverso destino.
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