La caja

Pedrillo cada vez que me ve, ere que erre, me presiona para que hable de lo que a él le interesa. Ahora le ha dado por la Caja de Catilla-La Mancha: «No eres suficientemente crítico con el tema, chaval; van a venir los vascos con sus boinas de billetes de quinientos y nos la van a quitar de las manos. Y mientras tanto tú ahí tan calladito, hablando de gilipolleces que no le interesan a nadie. Si tuvieras vergüenza, eso, si tuvieras vergüenza le arrimabas un buen palo al inútil de Zapatero; él es el que tiene la culpa». Pedrillo, le digo, primero y principal, tienes que saber que un servidor no es más que un modesto aficionado como tantos a escribir de obviedades con toques solemnes y pasteleros; los segundo, que si hay que arrimarle a Zapatero se le da pero la Caja no se la ha cargado el presidente precisamente, recuerda que en el arcón de los cuartos ha metido mucha gente la mano tonta, gente afiliada a Samparamí que es el partido mayoritario en este universo mundo (y por lo tanto en esta región); la imprevisión egoísta nos está costando una enormidad, Pedrillo, ¿sabes?, o todavía no te acuerdas de que los Andaluces no quisieron lidiar con el pufo, ni los valencianos, ni los catalanes. Ahora podría ser que los vascos pillaran cacho, pero ¿qué cacho? Si lo siento, colega, es por los currantes, los que cada día tienen que sonreír ante un público mosqueado aunque estén hasta ahí mismo de dar la cara por los que los han llevado a la ruina.

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