Pensamiento único

Una vez vi un puesto callejero de las «Gestoras pro amnistía». En la calle hacía frío porque el otoño había traído gabardinas de lluvia. Recuerdo que dos fulanos vendían insignias y carteles con mensajes que yo no alcanzaba a entender, estaban escritos en galimatías. Me acerqué a ver el género y comprobé que los dependientes parecían enfadados. ¿Cuánto vale la chapa?, les preguntó Luisito, un joven que creía en la reconciliación nacional. Un empleado contestó con tono lacónico y agrio como el que suele usar con la clientela el emprendedor al que le deben y no le pagan; según el «sabio» Sabino Arana parecía español pues era poco tratable y no era ni apuesto ni varonil. Sólo, un siervo: los que habían nacido para señores, el «sabio» dixit, se habían transformado en siervos de la bicha.
Este año hace ciento treinta y cinco que un ejército de carlistas asaltó Cuenca a sangre y fuego. A la cabeza venía el cura de Flix; con él, los zuavos con doña María de las Nieves de Borbón y el aspirante al trono, un tal Alfonso Carlos de Borbón, un eminente estratega que sólo consiguió entrar en la ciudad cuando un traidor le abrió un postigo. Mataron y robaron cuanto pudieron; doña Blanca, que así apodaban a la señora, se paseaba a caballo entre los muertos para combatir mejor al pernicioso liberalismo extranjerizante. Contra ese mismo liberalismo inicuo había argumentado el «sabio» Sabino, padre del PNV. Contra la libertad sigue hoy disparando ETA. No sería una osadía buscar las raíces del terrorismo etarra en el pensamiento reaccionario del siglo XIX.

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