Sarkozy
Renato está lesionado. Lo ha dicho Mota. Un cacho tal le ha trozado la pierna aposta y anda el hombre condolido en la chaise-longue. Nada, cosa de poco; hasta que la tibia suelde y todo eso, Agua del Carmen on the rocks y ya. Por promesa, se niega a saber qué pasa. Qué más da, protesta. No se ha querido enterar de que Sarkozy va malmetiendo con que si el presidente de España Toda no da la talla; el botarate de Nicolás dice que «puede que Zapatero no sea muy inteligente», ¡qué taimado! Lo del «muy» debe de ser cosa de la diplomacia y porque no suene excesivo tildar a un colega de tonto de remate. Renato roto, y el gabacho metiendo el dedo en el ojo patrio, la leche que le han dado; así el país se conduele: primero Pepiño a besos con la señá Espe y ahora esto (cosas verás); sólo falta que a uno que yo me sé lo nombren embajador plenipotenciario de Aguas Pluviales, con la secreta intención de que deje ya de llover, porque nos va a salir orín en las coyunturas. Vale, pero la pregunta que todos nos hacemos en la intimidad de nuestros hogares y que Renato, de haber escuchado las noticias, también se haría es la siguiente: ¿tiene el Sarkozy razón, o el deslenguado lo publica para que no se le note lo suyo? Respuesta: el que lo huele debajo lo tiene; además, que se calle y que limpie París, ya le vale, que está muy gorrina, casi tanto como la plaza de mi pueblo en Semana Santa.
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