Di que NO
Yo creo que hay dos motores que mueven el universo mundo: uno es el azar; el otro, la necesidad; en consecuencia, la evolución no es más que la conjunción (copulativa) de ambos principios. Los dinosaurios poblaron la tierra por pura casualidad y, por supuesto, como forma de supervivencia; ese fue su éxito y su fracaso. Lo mismo había que decir de las cucarachas.
A los dos agentes de evolución yo añadiría un tercero: el afán de controlar los procesos de la naturaleza. Si los dos primeros factores de progreso existían antes del hombre, no ocurre así con el tercero que es la marca de la especie, el constituyente que nos diferencia y que es responsable del progreso humano incluyendo el lenguaje, la mayonesa, la lotería primitiva o la «privatización del agua».
Desde la coalición entre nuestra proverbial ignorancia y la inteligencia capaz de alterar el entorno surgieron los dioses y con ellos las jerarquías y el pecado; una enorme confabulación para condicionar el libre albedrío, para atarnos a la magia: la casualidad se controla con ritos y la necesidad con orden. Una, dos y tres; las tres patas del trípode. La lucha de muchos hombres buenos rompió el lazo que ataba el derecho a la divinidad lo que nos liberó en parte. Pero ese progreso no ha impedido que algunos taimados ocupen puestos de responsabilidad en diferentes ámbitos de la vida social imponiendo una necesidad y unas reglas que tampoco son nuestras. Sin embargo, podemos subvertir el orden utilizando una palabra talismán, una palabra liberadora. Basta con ponerse delante de los manipuladores, y decirles sencillamente NO.
A los dos agentes de evolución yo añadiría un tercero: el afán de controlar los procesos de la naturaleza. Si los dos primeros factores de progreso existían antes del hombre, no ocurre así con el tercero que es la marca de la especie, el constituyente que nos diferencia y que es responsable del progreso humano incluyendo el lenguaje, la mayonesa, la lotería primitiva o la «privatización del agua».
Desde la coalición entre nuestra proverbial ignorancia y la inteligencia capaz de alterar el entorno surgieron los dioses y con ellos las jerarquías y el pecado; una enorme confabulación para condicionar el libre albedrío, para atarnos a la magia: la casualidad se controla con ritos y la necesidad con orden. Una, dos y tres; las tres patas del trípode. La lucha de muchos hombres buenos rompió el lazo que ataba el derecho a la divinidad lo que nos liberó en parte. Pero ese progreso no ha impedido que algunos taimados ocupen puestos de responsabilidad en diferentes ámbitos de la vida social imponiendo una necesidad y unas reglas que tampoco son nuestras. Sin embargo, podemos subvertir el orden utilizando una palabra talismán, una palabra liberadora. Basta con ponerse delante de los manipuladores, y decirles sencillamente NO.
Comentarios
Por lo demás, gracias por la reflexión. No se me había ocurrido verlo de esa manera (ahora me pasaré toda la tarde dándole vueltas al arroz, qué le vamos a hacer).
Un abrazo,
Nacho.