Capitalismo
Ahora que todo se está cayendo, el conflicto que con más ahínco han difundido algunos medios es si Michelle Obama puede abrazar a la reina de Inglaterra. Hay quien dice que no. Entre tanto, las bolsas se catapultan a las alturas con la esperanza de que los malos tiempos hayan acabado. Las volveremos a ver por el suelo. Pero, en serio, ¿se le puede tocar el lomo a su majestad británica? Los mandatarios reunidos han decidido aflojar un billón de dólares (¿cuánto ocupa eso en billetes de mil?) para apuntalar el sistema capitalista, con la esperanza de que se regenere a sí mismo y en breve de «claras muestras de recuperación». Milongas. En el entreacto, los directivos trincones se reparten los despojos de las compañías y el que venga detrás que arree; a eso lo llaman «bonus» como en las máquinas del millón. Paralelamente, la patronal exige que se rebajen los costos para poder despedir a más currantes; a la vez, reclaman más subvenciones para evitar el colapso. Un lío. A mí me da que estos gestores están jugando una partida de póker donde los más botarates no llevan cartas y juegan envidando contra el miedo ajeno. En serio, ¿tú crees que la mujer de Obama puede tocar a la reina sin que la soberana quede manchada por un acto tan plebeyo? ¿Te arriesgarías a sobar a Isabel II? Yo, desde luego, no, porque nunca se sabe si un acto tan vulgar no acabará destruyendo el capitalismo desde los cimientos. Claro que entonces con un billón dejábamos el mundo tan apañado, con cortinas y de todo.
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