El árbol caído

No me gusta hacer leña del árbol caído porque por alguna razón estúpida soy más del árbol que del leñador. Por eso Rajoy me produce una enorme ternura (he dicho ternura) cuando le vienen mal dadas porque se azora, titubea y como el padre condescendiente suelta el guantazo siempre a destiempo. Cuando digo Rajoy me refiero a todos los perdedores; por eso me joroba que les vengan ahora a los peperos con el rollo de la corrupción porque la corrupción no tiene más ideología que «san para mí» y suele crecer a gusto en navíos sin timón; luego la responsabilidad es del capitán. Le pasó a Felipe cuando andaba a voces con Guerra (mi admirado Alfonso); le pasa a esta cúpula de la derecha desnortada y a los nacionalismos periféricos tan graciosos; y también a ustedes si no controlan como se debe los cuartos de la casa.
Decía que Mariano me produce ternura, no admiración; al hombre lo han puesto ahí, como títere del pimpampum, para cumplir como pueda con una de las tareas más ingratas: ser imagen de oposición, del quiero y no puedo. Si Rajoy hubiera ganado las elecciones, la «lideresa» Aguirre, es una forma de hablar, estaría calladita disimulando su insoportable chabacanería; pero las ha perdido y los que aspiran a sucederlo no van a cejar hasta que lo manden a casa a leer el Marca en zapatillas de felpa o a charlar con los amigos de las cosas tontas de la vida, que son al fin y al cabo las únicas importantes. No lo veo yo con una repetidora reventando ciervos para pasar el rato.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Rajoy fue el que informó al pueblo español, que hilillos de plastilina escapaban de los tanques en el Prestige.
Si Rajoy no aguanta como líder en el PP, me tiemblan las canillas al pensar que Esperanza Aguirre logre convertirse en la presidenta, no del PP sino del gobierno de España.
Me recuerda mucho a Margaret Thatcher y la época de Full Monty.
Arturo.

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