La cena









Es importante que el agua hierva unos minutos en una olla de acero inoxidable. Mientras tanto, corte la caña de lomo en rodajas muy finas para que cunda más y dispóngalas en un plato formando con los óvalos un bonito dibujo en cuyo centro colocaremos un tomate cherry y algunas hojas de endivia distribuidas simétricamente desde el centro. De vez en cuando compruebe que el agua ha roto a hervir; en cuando esto ocurra, baje el fuego al mínimo. Fría el huevo en abundante aceite: cuanto más caliente, más puntillas. Busque en alguna emisora villancicos y quédese un rato mirando a la calle y añorando la infancia. Ya es suficiente. Tueste pan; puede hacerlo en otra sartén. Vigile el agua.

El mantel puede ser de papel liso. Pinte algo rápido y divertido con sus lápices de colores: una bola, la rama de un árbol, la corona de un rey... Disponga la servilleta a la izquierda del plato. Siéntese. En ese preciso momento la olla exhalará un vaporcillo leve, apenas perceptible. Una a una vaya masticando las rodajas de lomo; el sabor, ya se sabe, depende del precio y de la actitud del comensal. Puede alternar, sin desdoro del protocolo, y mojar de vez en cuando pan en el huevo. Ahora toca lo del «fun, fun, fun». Repita: «fun, fun, fun». Mire por la ventana la porquería de luces que ha puesto este año el ayuntamiento en su barrio; o, peor aún, que no ha puesto. El agua ya debería estar a punto. Échela en la pila y aproveche que está calentita para fregar rápidamente los platos.

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