Economía

La sala es grande aunque torpemente decorada. Sobre las mesas, como antesala del contenedor azul, hay un montón de papeles de todas clases. De las paredes cuelgan carteles apolillados y tres o cuatro tablones de anuncios. En uno alguien ha pinchado un pequeño calendario con la imagen de San Pancracio. El asunto no tendría la mayor importancia si no fuera porque el santo ha sido clavado sobre la fotocopia del número de lotería que juegan los profesores. Investigo. El de Religión no ha sido, lo juro. La de Ciudadanía, tampoco, lo prometo. Al fin, alguien confiesa. No me lo puedo creer: él, que nos explica cada día lo que pasa en el mundo de las finanzas. Ése ha sido (señalando con el dedo): el de economía. ¡Vaya toalla! Ahora me explico lo del timo de Madoff cuando los enterados tienen que echar mano de un trasunto de la diosa Fortuna. Menos mal que al calendario no le ha puesto perejil.
Es muy posible que al mismo tiempo, en Madrid, unos pocos diputados y diputadas (de ambos sexos que diría el otro) estuvieran aprobando la ley más importante de año, los Presupuestos Generales del Estado. Tan importante es que en la prensa se destaca la ausencia inexplicada en la votación del jefe del PP. Por las fechas y la hora, es muy probable que el hombre anduviera haciendo cola delante de una administración de lotería para comprar el décimo, acabado en tres, que le habían reservado; también tiene derecho a poner su granito de arena en la cosa de la economía. Feliz Navidad y salud que no falte.

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