El tiempo equivocado

A veces en la vida, al igual que a Gamoneda, el tiempo nos llega equivocado; entonces me imagino a un cartero sideral, forrado de luces como los chinos de los juegos olímpicos, trayéndome una carta amarilla; el hombre, avergonzado, me pide disculpas de hinojos por haberla extraviado durante varias décadas en el cajón más cutre de la cartería del cielo. Yo lo perdono porque perdonar es humano y todavía me queda algo de eso, poco, aunque sé que lo que contiene el sobre es una cruda realidad que no me merezco. A Gamoneda, por ejemplo el cartero del cielo le trajo una vez hambre, miseria y un montón de oficios de mierda, en lugar de un asiento confortable en las aulas de la universidad de entonces, quizá por eso se queja del tiempo vivido al que mira con desprecio, no con nostalgia, y al que le gustaría borrar con una lluvia incesante a modo de rito purificador.
Estoy convencido de que a muchos políticos de este país el tiempo también les ha llegado equivocado, a lo mejor por un defecto de forma en la dirección ideológica. Cuando los oigo argumentar en contra de la exhumación de los miles de cadáveres que yacen aún sin identificar en las cunetas, se me enciende la sangre y me sale un sarpullido enorme que me obliga a ir al médico para que me recete sentido común. No comprendo las razones que esgrimen quizá porque viven en otro tiempo o, mejor, de otro tiempo, de la herencia de uno que descansa en paz bajo una losa de granito de dos toneladas.

Comentarios

Ignacio ha dicho que…
Por suerte para los que necesitamos dosis de sentido común de cuando en cuando, ahora mismo existe una política de apoyo a este tipo de exhumaciones y actos de justicia, que no revancha.

Poco a poco, con la cultura, el arte y las voces de los que ya no callan apoyando esta iniciativa, ya importará poco que los dinosaurios de otro tiempo se descuelguen diciendo barrabasadas.

Un fuerte abrazo.

Nacho.

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