Cabreo

El mundo anda caliente y acongojado por las negras tormentas que agitan los aires. Ha llegado el momento de las vacas flacas que es cuando, después de haberse llenado la buchaca a puñados, parte del empresariado más cutre quiere recoger el tenderete y echar a la calle al excedente de empleo (otra manera miserable de llamar al personal) que ahora no produce beneficios; claro que, si el gobierno de turno suelta la tela para pagar entre todos los enormes fajos de miles de millones de euros que aquellos «modélicos» gestores de la banca han dilapidado, pues todos tan contentos, los mercados de valores se calman y la cosa vuelve a ir más o menos. A eso lo llaman inyecciones de liquidez. Capitalismo sí pero no ahora que vienen torcidas: el presidente de la patronal pide a Zapatero «establecer un paréntesis en el libre mercado», el señor dice «paréntesis». Me encanta cómo habla. Y digo yo si habrá alguna expresión lo suficientemente malsonante para decir en román paladino «No me toque usted los cuartos, caballero!». Mientras tanto, mis ahorros de toda la vida, cosa de nada, andan adelgazando a fuerza de guantazos: en dos días, el doce por ciento. Pues eso, que viva el capitalismo mientras sirva a los intereses de los de siempre y de paso que viva el socialismo por la misma razón. Oyes, y que viva el Dow Jones y las negociaciones para no perder empleo con algún fulano de los que no van a la cárcel y que seguro ya ha diseñado un plan para seguir tincando: el que venga detrás que arree.

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