Melancolía
Muchos días, a la hora de comer no come; pero hoy ha puesto el mantel, el de algodón, sobre el que descansan milimétricamente alineados un único vaso, el plato de cristal y los cubiertos de acero inoxidable. La soledad se endurece al medio día. Hay también un pedazo del pan de ayer para acompañar el ruido que hace la cuchara al llenarse de sopa. Nada más: el pájaro que trajo el marido apenas revolotea entre los barrotes y no canta porque está mudo. Tampoco hay radio, la voz engolada de quien todo lo sabe, esa voz que dice al dictado las noticias, ha conseguido que la anciana desconecte el aparato un poco enfadada. Mientras come, canta; una canción infantil que habla de amores falsos. Cuando caiga la noche, desde el reloj del salón también caerán las horas con el estruendo de un olmo carcomido.
Comentarios
Tomo nota, que falta me hace.
Un abrazo a todos, y a ti el primero,
Nacho